NOTEBOOK IN BLOOMCUADERNO EN FLOR
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THE EELLA ANGUILA
Monday, 30 Mar 2020
Lo extraordinario nunca sirve para nada, es solo eso, lo raro, lo que no pasa casi nunca y cuando pasa merece ser mirado como un espectáculo, pero no tiene en la vida más que el papel de alumbrar un momento determinado de un día cualquiera así recordamos que lo usual no es eso, que no debe esperarse que vuelva ni mucho menos salir a buscarlo.
Claudia Masin "La siesta", 2017, Ediciones la mariposa y la iguana (p.38).
Texto y dibujos: Cecilia Borghi
Durante años me había negado a volver a esa ciudad, pero por diferentes compromisos nos vimos obligados a hacer el viaje en familia. No quería volver porque me asustaba la idea de quedarme en un lugar cuyo centro histórico y gran parte de los suburbios fueron destruidos por los terremotos del año 2012. Hoy todavía la siguen reconstruyendo.
Para mi sorpresa, no me sentí mal una vez que llegamos para quedarnos durante un mes. Las casas son de madera, las puertas tienen una sola cerradura, las ventanas no tienen rejas y los jardines están apenas delimitados por ligustros o arbustos florales bajos. Es un lugar muy diferente de la ciudad que habito.
The extraordinary is never good for anything, it's just that, the weird, what rarely happens and when it happens it deserves to be seen as a display, but it has nothing in life but the role of illuminating a certain moment of any given day. We remember that the usual is not that, that we should not expect it to happen again, nor to go out to look for it.
Claudia Masin "La siesta", 2017, Ediciones la mariposa y la iguana (p.38).
Text and drawings: Cecilia Borghi
For years I had refused to return to that city, but due to different commitments, we were forced to make the trip as a family. I did not want to return because I was scared by the idea of staying in a place whose historic centre and much of the suburbs were destroyed by the earthquakes of 2012. They are still rebuilding it today.
To my surprise, I didn't feel bad once we arrived to stay for a month. The houses are made of wood, the doors have a single lock, the windows have no bars, and the gardens are barely delimited by privets or low flower bushes. It's a place quite different from the city I live in.
No se si lo que ahuyentó mi miedo fue la proporción de jardines por metro cuadrado o la tranquilidad que se respira en las calles semidesiertas, donde la la gente se transporta mayormente en auto e ir a pie es casi una anomalía. Una verdadera lástima dado que al caminar, los aromas de las flores invaden el espíritu y el andar se transforma casi en un flotar. Pasando de perfume en perfume, se disfruta la ignorancia de no conocer los nombres de esos ejemplares fragantes, abandonandose a percibir los aromas suspendidos en el aire.
Al llegar me ocupé de averiguar qué era lo que tenía que hacer en caso de terremoto y la respuesta fue unánime: no entrar en pánico y esconderme debajo de una mesa o silla o cualquier otro mueble que cubriera mi cabeza. No salir y no pararme en el umbral de la puerta. Los días transcurrían sin sobresaltos, iguales unos a otros. Al principio me sentía un poco nerviosa cuando me quedaba sola por las mañanas, pero con el correr de los días me fui acostumbrando. Si el tiempo era lindo salía con mi cámara de fotos a capturar imágenes para llevarme de recuerdo.
I do not know if what chased away my fear was the ratio of gardens per square meter or the tranquillity that is breathed into the semi-deserted streets, where people are mostly transported by car and going on foot is almost an anomaly. A real shame since when walking, the aromas of the flowers invade the spirit and walking becomes almost floating. Passing from perfume to perfume, one enjoys the ignorance of not knowing the names of those fragrant specimens, abandoning oneself to perceive the aromas suspended in the air.
Upon arrival, I took care to find out what I had to do in the event of an earthquake and the answer was unanimous: not to panic, and hide under a table or chair or any other furniture that covered my head. Do not go out and nor stand on the threshold of the door. The days passed smoothly, each the same as the next. At first, I felt a little nervous when I was alone in the morning, but as the days went by I got used to it. If the weather was nice I would go out with my camera to capture images to take with me as a souvenir.
Un día descubrí que, justo detrás de la propiedad donde nos hospedábamos, corría un brazo del río que atraviesa la ciudad. No se escuchaba desde la casa porque era poco caudaloso, parecía un arroyo, pero por algún motivo me inquietó saber que agua silvestre corría tan cerca mío.
Digo silvestre porque no era agua domesticada y entubada, como esos arroyos que hay en el lugar de donde yo vengo y que solo recordamos que existen cuando, durante las grandes lluvias desbordan, se escapan y con furia se meten en las casas arruinando pisos y muebles. Este, cristalino y respetado en su naturaleza, sin embargo no era visible, ya que corría por un largo trecho de terreno que se extendía por la parte trasera de todas las casas de la cuadra, lo que transformaba el lugar en una zona extraña, una suerte de territorio invisible.
One day I discovered that, just behind the property where we were staying, there was a river. It was inaudible from the house because it was not very large, it looked like a stream, but for some reason, I was disturbed to know that wild water ran so close to me.
I say wild because it was not domesticated and piped, like those streams in the place where I come from, that we only remember the existence of when, during the great rains they overflow and furiously invade the houses, ruining floors and furniture. This one, crystalline and respected in its nature, was invisible, however, as it ran through a long stretch of land that extended at the back of all the houses on the block, transforming the place into a strange area, a sort of invisible territory.
El camino junto al río, salvaje y solitario, me atraía y me inquietaba a la vez. Si caminaba hacia la izquierda, llegaba hasta el campus de la universidad donde se escondía bajo la tierra. Si me dirigía hacia la derecha llegaba hasta la avenida principal, una camino perfectamente asfaltado rodeado de jardines a cada lado. Una vez descubierto este lugar secreto, solía pasar diariamente a ver si podía observar algún pez y lograr mi mejor souvenir fotográfico del viaje. Pero nunca veía nada más que agua y piedras. Y cuando había por fin podido establecer una rutina y empezaba a creer que una cierta normalidad se había apoderado de mi vida (los días iguales, el río sin peces) ocurrió lo indeseado.
Era casi medianoche y estábamos por acostarnos cuando un ruido ensordecedor empezó a escucharse. Comenzó suave, como un camión pasando por la calle. Y se fue intensificando tan rápido que los vidrios empezaron a temblar y el camión se transformó en un tren que parecía estar por chocar con la casa. Pero no había luces que constataran la existencia del tren y el piso comenzó a desplazarse de atrás hacia adelante, el techo se movía en la dirección contraria, como si la casa se balanceara sobre ruedas. Nosotros estábamos en el tren.
The path by the river, wild and lonely, attracted and disturbed me at the same time. If I walked to the left, I came to the university campus where it was hiding under the ground. If I turned to the right, I reached the main avenue, a perfectly paved road surrounded by gardens on each side. Once I discovered this secret place, I used to stop by daily to see if I could spot a fish and get my best photo souvenir from the trip. But I never saw anything but water and stones. And when I had finally been able to establish a routine and began to believe that certain normality had taken over my life (the days indistinguishable, the river without fish), it happened.
It was almost midnight and we were about to go to bed when a deafening noise began to be heard. It started out smooth, like a truck passing in the street. And it intensified so fast that the windows began to shake and the truck turned into a train that seemed to be about to collide with the house. But there were no lights to confirm the existence of the train and the floor began to move back and forth, the roof was moving in the opposite direction as if the house was rolling on wheels. We were on the train.
La casa de madera se sacudía cada vez con más fuerza. Las perchas golpeaban las puertas de los placares pero nada se caía porque todo estaba asegurado a las paredes con ganchos y tornillos resistentes. Yo no podía aceptar que semejante cosa estuviera ocurriendo. Caminamos como pudimos hasta la cama, sintiéndonos borrachos que apenas pueden mantenerse en pié, y nos quedamos ahí tirados, en el lugar incorrecto, respirando con dificultad y sin poder pensar absolutamente en nada, apenas deseando que esos dos minutos interminables simplemente pasaran.
El terremoto, en su expresión física, era un desafío al sentido común. Las paredes y el techo se contorsionaban de tal manera que dejaban de existir los ángulos rectos y las maderas y vidrios se curvaban pero no se rompían. Si alguien me hubiera descrito algo así, lo hubiera considerado una exageración engendrada por el susto. Ahora sé que la naturaleza puede manifestarse de formas impensadas.
The wooden house was shaking with increasing force. The coat hangers hit the doors of the closets but nothing fell because everything was secured to the walls with sturdy hooks and screws. I could not accept that such a thing was happening. We walked as far as we could to the bed, feeling like a drunkard barely able to stand, and we lay there, in the wrong place, breathing hard and unable to think of anything at all, just wishing that those endless two minutes simply passed.
The earthquake, in its physical expression, was a challenge to common sense. The walls and ceiling were contorted in such a way that right angles ceased to exist and the wood and glass curved but did not break. If someone had described something like this to me, I would have considered it an exaggeration engendered by fright. Now I know that nature can manifest in unthinkable ways.
Al final el terremoto pasó, se detuvo casi de golpe para volver a hacer sentir su temblor en forma de leves estremecimientos del suelo que se repetían cada media hora. Estas reiteraciones eran las réplicas, sacudidas leves que pueden continuar sucediendo durante años y que son el recordatorio de que la tierra todavía sigue intentando acomodarse. La casa las resistió todas. Al día siguiente supimos que lo que habíamos vivido era apenas el eco de un sismo de 7.8 grados sucedido a 500km de distancia que había dejado destruido y aislado el lugar del epicentro.
La vida en la ciudad continuó como si nunca nada hubiera pasado, porque sus habitantes sabían en carne propia lo que era ser el epicentro y esta vez no les había tocado a ellos. Yo, sin embargo, no podía sacudirme el espanto y el estómago se me retorcía por el miedo y los movimientos que, a intervalos regulares, me impedían evadirme de la realidad. Tenía la impresión de habitar un barco en lugar de una casa.
Finalmente decidí seguir el consejo de los vecinos y hacer el esfuerzo de retomar mi rutina diaria como antídoto contra el momento traumático. Así fue que salí una mañana por la puerta trasera de la casa y crucé el portón de madera que daba paso a la zona invisible. Volver a ese lugar solitario que ya tan bien conocía me hizo sentir cierto alivio, como si fueran los vestigios intactos del mundo anterior al terremoto, un lugar que, aunque igual que el resto de la ciudad no presentaba estragos producto de los temblores, tenía la virtud de hacerme sentir a salvo.
Finally, the earthquake passed, it stopped almost suddenly, only to make its tremor feel again in the form of slight shudders of the ground that repeated every half hour. These reiterations were the aftershocks, slight jolts that can continue to happen for years and are a reminder that the earth is still trying to settle. The house stood up to them all. The next day we learned that what we had experienced was just the echo of a 7.8-magnitude earthquake that occurred 500 km away, which had left the epicentre destroyed and isolated.
Life in the city continued as if nothing had happened, because its inhabitants knew firsthand what it was to be the epicentre and this time it had not been their turn. I, however, could not shake the fright and my stomach twisted with fear, the movements, at regular intervals, prevented me from escaping from reality. I had the impression of inhabiting a ship instead of a house.
Finally, I decided to follow the advice of the neighbours and make the effort to resume my daily routine as an antidote against the traumatic moment. So it was that I went out one morning through the back door of the house and passed through the wooden gate that led to the invisible territory. Returning to that solitary place that I already knew so well made me feel a certain relief, as if they were the still-intact vestiges of the world before the earthquake, a place that, although like the rest of the city did not show ravages of the tremors, had the virtue of making me feel safe.
Sería esta sensación de refugio, quizás, la que me llevó a acercarme al río más que nunca antes, descendiendo con cautela por la leve cuesta barrosa, teniendo cuidado de pisar sobre los montículos de pasto para no resbalar y sosteniéndome de los troncos finos de árboles jóvenes que crecían con sus raíces húmedas, abrillantadas por el agua. En medio de mi total despreocupación, la naturaleza volvió a sorprenderme.
En el fino y transparente hilo de agua, surcado de piedras lustrosas que parecían cubiertas de brillantina cuando el sol lograba atravesar las hojas y depositar sus haces de luz sobre su superficie bruñida, vi una anguila pasar nadando, negra y lustrosa, veloz, casi fugaz.
It was this feeling of shelter, perhaps, that led me to get closer to the river than ever before, cautiously descending the slight muddy slope, taking care to step on the grass mounds so as not to slip, and holding onto the thin trunks of young trees that grew with their roots wet, polished by water. Amid my total nonchalance, nature surprised me again.
In the fine, transparent thread of water, furrowed with lustrous stones that seemed to be covered with glitter when the sun managed to pierce through the leaves and deposit its beams of light on the burnished surfaces, I saw an eel swimming, glossy and black, swift, almost fleeting.
Dejé de respirar por un momento, en un esfuerzo extraño como si intentara, de esa manera, detener el tiempo para darme el lujo de observar con detenimiento al animal. Pero no funcionó. No solo había desaparecido nadando con absoluta elegancia en dirección al punto donde el río desaparecía bajo la tierra, sino que ni siquiera había tenido tiempo de levantar mi cámara de fotos, enfocar, y robarle una imagen.
Había sido un momento hermoso, casi una aparición, como si lo que hubiera observado fuera un ser sobrenatural, una animal mitológico. Tantas veces había escuchado hablar de las anguilas en los arroyos y la gente intentando pescarlas al anochecer para transformarlas en comida y felicidad. Y esta anguila estaba viva, su piel brillante y sus movimientos rápidos resaltaban su vitalidad y el simple hecho de que era un ser en total libertad y en su medio, la llenaba de esplendor, mientras que las que había visto en acuarios estaban quietas, enroscadas y amontonadas una sobre otra, la piel opaca cual cuero seco y con el cartel en el borde de la pecera que rezaba “peligro, aleje las manos”.
Fue un instante fugaz, se me escapó de las manos y del clic de la cámara, no tenía forma de seguirla a través del camino de tierra a pesar de haber intentado movimientos torpes para subir nuevamente al camino y alcanzarla al final de la zona invisible, mientras ella se conducía con destreza y velocidad hacia su destino.
I held my breath a moment, doing so in a strange attempt to stop time, so I could observe the animal in my own time. But it didn't work. Not only had it disappeared, swimming with absolute elegance towards the point where the river disappeared underground, but also I hadn't even had time to lift my camera, focus, and steal an image.
It was a beautiful moment, almost an apparition as if what I had observed was a supernatural creature. So many times I had heard of eels in streams and people trying to catch them at dusk to transform them into food and happiness. And this eel was alive, its shiny skin and rapid movements accentuated its vitality and the simple fact that it was a being in total freedom, filled it with splendour, while the ones I had seen in aquariums were still, coiled and piled on top of each other, the skin opaque as dry leather and hidden behind the sign on the edge of the fish tank that read: "danger, keep your hands off."
It was a fleeting instant, it slipped through my fingers and escaped the click of my camera, I had no way to follow the eel along the dirt path despite having tried clumsy movements to get back on the path and catch up to it at the end of the invisible territory, as it sped lithely towards its destination.
No tenía nadie cerca con quien compartirlo, ni ninguna forma de testimoniar el suceso. Y si me hubiera detenido a pensarlo, me hubiese dado cuenta de lo ridículo de la pretensión. No porque se tratara de una simple anguila en el agua, sino porque se había cumplido eso que tanto había deseado, observar un ser vivo atravesando el agua. Se había manifestado y desaparecido en unos pocos segundos, como el terremoto, al que tanto temía y que había alterado mi mundo de una forma tan distinta. Y los deseos y miedos cumplidos no precisan de ningún tipo de prueba.
Casi cuatro años ya han pasado de aquel viaje en que tan nerviosa y angustiada me sentí. Y gracias a la distancia que regala el tiempo, puedo decir que conservo de esa experiencia dos valiosos recuerdos: el de la potencia de la tierra sacudiendose desde sus entrañas con una fuerza bestial y la visión destellante de un ser libre, dirigiéndose con soltura y gracia por entre la estrechez y los obstáculos, hacia la libertad absoluta.
I had no one around to share it with, or any way to attest to the experience. And if I'd stopped to think about it, how ridiculous the aspiration was. Not because it was a simple eel in the water but because it had manifested and disappeared in a few seconds, like the earthquake, which had altered my world in such a different way. And the wishes and fears fulfilled do not require proof.
Almost four years have passed since that journey in which I felt so nervous and anxious. And thanks to the distance given by the passage of time, I can say that I keep two valuable memories of that experience: the power of the earth, shaking from its entrails with a beastly force, and the flashing vision of a free being, moving with skill and grace through straits and obstacles, towards absolute freedom.